De todas las formas de fotografiar existentes, hay una especialmente fresca, dinámica e impregnada de color, una en la que las protagonistas son cámaras que parecen juguetes pero ofrecen infinitas opciones: hablamos de la lomografía.
Lomo fue una compañía fundada en 1914 en San Petersburgo. Sus descubridores fueron dos estudiantes vieneses que estaban de vacaciones en la antigua Checoslovaquia. Encontraron esta
cámara en un mercadillo, la compraron y al revelar las fotografías se toparon con unas imágenes saturadas, frescas y alegres. Impresionados, comenzaron a comerciar clandestinamente con ellas con el antiguo
bloque soviético. En los 90, fundaron la Sociedad Lomográfica, que hoy cuentas con 500.000 miembros.
Las lomo tienen una lente que distorsiona la realidad y produce el llamado efecto túnel; agrega colores inexistentes en la toma creando bellas composiciones. Además, su particular exposición permite fotografiar de noche sin iluminación especial ni uso del flash. Pero si algo se asocia verdaderamente a la lomografía es el pintoresco movimiento que ha originado: exposiciones, lomoembajadas... sus aficionados, la mayoría nostálgicos de lo analógico, han llegado incluso a crear un decálogo con las reglas de oro de este "arte":
1. Lleva siempre la cámara contigo.
2. Utilízala de día y de noche.
3. Lomografiar no interrumpe tu vida cotidiana, la pone en escena.
4. Dispara desde la mano, no desde la cara.
5. Acércate todo lo que puedas a tu objetivo.
6. No pienses.
7. Sé rápido.
8. No es necesario saber lo que tienes en el carrete en el momento.
9. Después tampoco.
10. No te preocupes por ninguna de estas reglas.
La lomografía
consiste sacar fotos, no importa cómo. Su
filosofía: ¡No pienses, dispara! Un modo de entender la imagen que sin duda muchos profesionales de la fotografía reprocharían. ¿Qué es de la composición, la técnica, el buen aprovechamiento del carrete? Debates aparte... no cabe duda de que tener entre las manos una cámara lomográfica garantiza grandes momentos de diversión.
